La palabra poesía...

jueves, 24 de marzo de 2022

LOS BLANCOS ME EXPLICAN COSAS



Quiénes han leído el libro de Rebecca Solnit, Los hombres me explican cosas (2014) seguramente adviertan los paralelismos que voy a intentar a continuación, y desde una perspectiva étnico-racial, con el título de este escrito. Y es que Rebecca nos va diciendo cómo los hombres que nos explican cosas “limitan a las mujeres; limitan el espacio para hablar, para ser escuchadas, para tener derechos, para participar, para ser respetadas, para ser seres humanos libres y completos”.


Sobre los hombres que explican cosas, no se trata de las cosas que no sabemos las mujeres, se trata exactamente de aquello que sabemos y en lo que somos planetariamente silenciadas, borradas, aniquiladas como iguales, como participantes, como seres humanos con derechos, incluso demasiado a menudo, como seres vivos.

Hasta aquí tomo lo escrito por Rebecca, mujer estadounidense, escritora, académica, “intelectual", blanca, que reconoce no haber sido oprimida o, al menos, no cree haber estado notablemente oprimida no obstante haber tenido que transitar y casi que, meticulosamente inventariar, las tantas veces que los hombres le explicaron cosas, incluso cosas sobre los libros publicados por la propia Rebecca, desconociendo que estaban frente a la autora.

Como aún el mes de marzo no termina su tránsito temporario en el que recordamos e insistimos en las luchas de las mujeres por nuestros derechos históricamente negados, por ser sujetas doblemente oprimidas por el sistema capitalista heteropatriarcal, por la clase y por el género, aprovecho para recordar los debates abiertos sobre el lugar de los hombres en las marchas del #8M.

Es un hecho aceptado por los feminismos que el lugar de los hombres en las movilizaciones masivas y planetarias del #8M no es el lugar de los protagonismos, o de la usurpación de espacios, de la toma de la palabra, ni siquiera es el lugar de quién sostiene la pancarta.


Le exigimos a los hombre que se corran de la escena, que aplaquen sus egos y sus impulsos casi naturales de “explicarnos cosas”, menos aún si “esas cosas” son sobre los temas que los feminismos impulsan, que son deudas históricas atravesadas por violencias de género que se reproducen en cada espacio de la vida en sociedad.

En este ejercicio de paralelismos, me retrotraigo 171 años atrás, a la Convención de Mujeres en Akron, Ohio, del 29 de mayo de 1851, cuando una mujer que había sido esclavizada tomó la palabra y preguntó: ¿Acaso no soy una mujer? Sí, se trataba de Sojourner Truth, quien valía menos que una vaca o, peor aún, menos que algún objeto inerte, inanimado, aunque ella, Sojourner, podía engendrar y había engendrado vidas para la sostenibilidad del sistema de producción esclavista sobre el que descansa hoy día el rancio, voraz y aún segregacionista, sistema de producción y explotación capitalista.

Oportuno es recordar que las grandes fortunas de este tiempo histórico que habitamos, fueron amasadas con los genocidios de los pueblos originarios para la toma sangrienta y usurpación de sus tierras y grandes recursos, como también con los huesos y tracción a sangre de esclavizadas y esclavizados sometidos a los horrores de la trata esclavista colonial.

Pero volvamos a Sojourner Truth y su valiente toma de la palabra. Quién si no ella podía hablar en primera persona sobre las opresiones de las mujeres negras y comunidades segregadas y esclavizadas y, como diría Rebecca Solnit, hoy “silenciadas, borradas, aniquiladas como iguales, como participantes, como seres humanos con derechos, incluso demasiado a menudo, como seres vivos.”

Y es aquí donde “los blancos me explican cosas”. Y lo hacen exactamente el día decretado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Día Internacional por la Eliminación de la Discriminación Racial, cuando se recuerda la Masacre de Shaperville del 21 de marzo de 1960, cuando la policía sudafricana abrió fuego sobre manifestantes en contra del sistema de pases del régimen de aphartheid y segregación racial de Sudáfrica.


Estableciendo un nuevo paralelismo, cuando “los blancos me explican cosas” sobre el racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de discriminación, a los que hemos sido y somos sometidas las personas negras y originarias, no puedo sino recordar que así como el #8M las mujeres exigimos que los hombres se hagan a un lado y abandonen los protagonismos, la usurpación de espacios, la toma de la palabra y el lugar de quién sostiene la pancarta, las personas que hemos transitado históricamente las opresiones raciales discriminatorias, exigimos lo propio.


****

Para cerrar esta nota reflexiva y, dados los comentarios que surgieron producto de un pensamiento que saltó de mis dedos a la digitalidad que también habitamos por estas redes sociales, sumo dos o tres elementos más para el debate.

Están ampliamente documentados las disertaciones en torno a categorías polisemánticas como “negritud” y “blanquitud”, las cuáles han sido señaladas como categorías racistas, especialmente sobre el origen del negro que empieza a existir a partir del momento mismo de la iniciación de la trata esclavista. Es fuera de África donde las y los originarios de las múltiples naciones esclavizadas, se descubren a sí mismos, en la mirada del otro que es su opresor, como negros.

Históricamente, fue el opresor imperialista, colonialista y segregacionista, quién se hizo de instrumentos jurídicos y estructuras orgánicas en cada época para legalizar y ratificar la inferiorización de sujetas y sujetos sometidos a los horrores de la esclavización y segregación racial. Desde un código negro (Code Noir) que sirvió como instrumento de colonización de los territorios africanos y la esclavización de no-sujetos sometidos a trata, pasando por sistemas de organización social, militar y hasta eclesial, como el Batallón o Cuerpo de Castas o de Naturales, Pardos y Morenos de Infantería del Virreinato del Río de La Plata, las denominadas leyes Jim Crow que sostuvieron la segregación racial en EEUU más allá de la segunda mitad del pasado Siglo XX, hasta las leyes que sostuvieron el sistema de apartheid en la Sudáfrica de la propia Masacre de Shaperville ya citada.

Los anteriores son solamente pocos casos de tantos y tantos que explican un entramado legal, social y cultural que históricamente segregó a partir de la inferiorización de lo que denominaron desde un enfoque biologicista, las razas. Y las razas eran portadoras de un color, o de colores.

Fue con la independencia de Haití del estado opresor francés en 1804, cuando esta república se declaró constitucionalmente como la primera República negra del continente. Me atrevo a decir que con ello, Haití devolvió la mirada al colonizador y lo hizo con sus propias palabras, sus propias categorías, para restarle odios al discurso del opresor.

Negro es así una categoría política erigida como bandera por los movimientos libertarios de Haití y otros tantos movimientos por los derechos civiles de personas racializadas que heredamos opresiones en forma de discrimación racial en la actualidad.

Como categoría política, lo negro no es, en este continente, un portador de color. Esto es así porque pasa precisamente por un proceso político de reconocimiento de la ascendencia africana en la propia genealogía. Simplificar cromáticamente lo negro es negar, por ejemplo, que somos hijas e hijos de violaciones en las plantaciones donde la reproducción del vientre negro estaba diseñado para perpetuar el sistema esclavista que si bien, fue superado, ha mutado en formas de neoesclavismos que descansan sobre la discriminación racial que combatimos.
 
                                                                                                           Lilia Ferrer-Morillo
                                  Ciudad de Buenos Aires, a los 23 días del mes de marzo de 2022

lunes, 21 de marzo de 2022

MOSI

                
 
 A Orlando Figuera, el primero en kikongo,
  lengua bantú que nos hace verbo y tiempo.
 
Mayo invernal que languidece
y una colonia tricolor se va agolpando
como enjambre cardumen
como banco de humanos
que van y que vienen
iguales, pero separados. 
 
Y nueces de palmas se agitan
van de una mano a la otra
de la otra a la tierra
de la tierra al fuego
¡Cosecha amarga!
La misma de ayer y de antes. 
 
Piel negra que se desnuda
que corre angustiosa,
desnudos sus surcos
desnudos sus sueños. 
 
Y el aire se impregna de un cuerpo prendido
iluminadas sus alas de Fénix herido. 
 
¡No le mató la neumonía, le mató Dallas! 
 
No hubo árbol, ni raíces, ni hojas heridas
sólo fuego y sangre
hipodermis desnuda y desprendida
por aquellos iguales, pero separados
por aquellos que hoy duermen sus conciencias
con la falsa bandera de la misión cumplida.
 
                         Lilia Ferrer-Morillo, IMBA: Voces del tiempo,
                         Ediciones Ciccus, 2019.

miércoles, 16 de marzo de 2022

EMBRUJO

 

Che Rosales, 2012

Exorcisé
embrujos que desde los sueños
insisten en devolvernos
al estado larvario
que nos impide florecer.
 
 
Conjuré
cristales rotos que fractalizan
el espíritu en un millón de caminos dispersos
que conducen
a la nada egocéntrica.
 
Sellé
de una vez y para siempre
los surcos sangrantes
de pieles transparentadas
por el chicote anudado
que no volverá jamás.
 
Cerqué
ríos antiguos de aguas salobres
germinados en conductos lagrimales
que no cesaban de llorar.
 
Liberé
a las abuelas
y a la tatarabuela de mi abuela
viajeras, desde antes, viajeras
para que descansen en mi paz.
 
Vuelvo a los sueños
y no hay contra
que nos impida ser...
 
Lilia Ferrer-Morillo

jueves, 3 de marzo de 2022

MIÉRCOLES DE CENIZAS

De sangre y duna viva
del desierto sahariano expoliado en las botas
de mercenarios franceses
que en Mali defecaron en su abismo
la operación Barján que siguió a Serval
y a otras y otras más
que ya nadie recuerda
todas, desde el cuerno de África
al golfo de Guinea, intervencionistas,
las del despojo
disfrazado de libertad. 
 
 
Miércoles de cenizas
las vertidas por las tropas de ocupación israelí
confiscando dunams hasta el horizonte
de la tierra Palestina
derribando olivos, hombres, mujeres y niños
con el silencio cómplice de las naciones
unidas del mundo. 
 
Miércoles de cenizas
las del Pueblo Saharaui
resisitiendo la traición seguida de muerte
herida de muerte
partida en mil corazones
ocupado, anexado, de facto
en complicidad con los poderosos
de siempre, de antes, de ahora. 
 
Miércoles de cenizas
las de jóvenes combatientes que en Malvinas
se quedaron para siempre hasta la liberación
definitiva por la soberanía del territorio
de la historia de los sueños
de la vida. 
 
Miércoles de cenizas
las de los niños del hambre de Yemen
y todos los derechos humanos violados
a plena luz del día
sin que un solo tipograf
se inmute siquiera ante la vergüenza de una guerra
que no tiene final. 
 
Miércoles de cenizas
las de la guerra fratricida en el Donbás
que es anterior a esta neoguerra
que es la del odio, de todos los odios
el que asesinó miles y miles
antes, mucho antes
de que una sola nueva bala
haya sido disparada.
 
Miércoles de cenizas
las de los postergados de la tierra
los invisibles llamados nadies
no vacunados ni inmunizados
los de las fosas que son comunes
los olvidados muertos del hambre
los inferiores muertos de olvido
desaparecidos en democracias
acurrucados muertos de frío
daños colaterales en todas tus guerras
los de la diáspora que se desplaza
esclavizados que se extravían
los secuestrados ajusticiados
muertos del hambre
muertos de olvido. 
 
12 horas y cero minutos
de un tiempo posterior
en las líneas imaginarias del Sur global,
el Fénix ha renacido desde todas las cenizas.
¡Vive para siempre!
 
 
Lilia Ferrer-Morillo
Estas cenizas están inacabadas 
como inacabadas están las guerras que las originan.

EL BESO

Los labios bañados  por la única  gota de agua salobre   mineralizada  en los poros  jadeando  en fuga   tras rocas  prehistóric...