Sí, lo pujé despavorida ante el estruendo de la pólvora desconocida que salía del cuerpo mismo de cazadores portugueses y holandeses y sus lacayos traidores que nos esperaban a la vera de los caminos fulani, yoruba, igbo, lingala y congos en la oscura noche de la indignidad.
Yo aborté. Lo expulsé en las aguas trasatlánticas y en tus barcos negreros antes que lo desconocido sometiera mi linaje a dolores inenarrables de las veinte mil leguas de trata trasatlántica.
Yo aborté. Me lo saqué en el puerto de podredumbres donde exhibiste nuestros cuerpos como mercancía y manoseabas y ponías precios a nuestras hijas más pequeñas.
Yo aborté. Sí y lo hice antes que tu Dios blanco se atreviera, en su séptimo día de descanso, a arrancar a mi hija de mi pecho, extraviarla de mi seno, destetarla de mis sueños.
Yo aborté, y lo hice en tu corral de negros, en el Tinglado de Güide, en tus barracas de los lamentos. Lo hice en silencio y pujando lejos, con mis hierbas y saberes milenarios que traje ocultos en mi corona trenzada en la que aún están escritos los caminos que nos devuelven.
Yo aborté y lo hice en defensa propia, para que las hijas y los hijos nacieran en otros tiempos, en las cuerpas de nuestras cuerpas…
Lilia Ferrer-Morillo
Buenos Aires, 13 de octubre de 2021
Un aporte para la campaña #YoAborté
que en la República Bolivariana de Venezuela resiste
en defensa del derecho a decidir sobre nuestras cuerpas.
