en la desfloración temprana de tus rituales mañaneros
Han quedado sedientos nuestros cuerpos dormidos
en el extravío de tantos mares muertos
de bogas sin ríos
de cuencas que anidan
gotas de aguas prehistóricas
Nacen de vuelta los ríos
en tu hipodermis expuesta
Fluyen, fluyen, cristalinos riachuelos
en los surcos de tu epidermis despierta
Corren, corren, tus brazos de Orinoco vivo
derramado en un océano sin nombre
que espera paciente el desborde
de nuestros humedales náufragos.
Lilia Ferrer-Morillo
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