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quién nerviosa recoge
ese mechón de cabello
y lo anida en el arco sutil de su oreja
y le ordena dejar de respirar
hasta que la noche sea
Ella
quién nerviosa pide permiso
para ser combativa
que se disculpa
por la palabra combativa
por su cuerpo combativo
por las transparencias combativas
por sus cabellos combativos
Ella
quién se excusa
por la palabra lanzada al viento
vertida sobre arenas combativas
sobre cuerpos no nacidos combativos
sobre marchas combativas
sobre gritos combativos
sobre tus pies descalzos combativos
Ella sabe
/siempre sabe/
que esos cabellos
volverán una y mil veces
sobre su frente
para confrontar la mirada
para sostener sus pensamientos
que se debaten
por la palabra en combate poetizada
Ella
está por descubrir-se
que para combatir
no se le pide permiso al viento.
Lilia Ferrer-Morillo
Buenos Aires, 28 de agosto de 2019
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