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miércoles, 13 de septiembre de 2023

Conseja de Mayoras

Las Mayoras encarnan y acuerpan la ancestralidad viva, la juntanza colectiva, la memoria que no cesa, el apego a los orígenes, el Ubuntu que nos determina y el Muntú que ha renacido. 

Es el reconocimiento de la sabiduría inagotable y del legado afrodiaspórico que entreteje nuestras identidades. 

Es la urgencia de la reconstrucción de la historia, por decir, a partir de la ruptura necesaria con los silencios impuestos y con la invisibilización desdichada.   

Es el compromiso con la exteriorización de los afectos, con la comunicación de lo vivido, con la afirmación del origen común y con la sostenibilidad y respeto a las diversas formas de re-existencia, del sentir atendiendo la voz autorizada de nuestras ancianas, de las mayoras, de las chamanas, de las cacicas, de las comadres, de las abuelas, de las más grandes. 

Las Mayoras son, a un mismo tiempo, sus propias voces y las voces de las abuelas que las antecedieron, primero con sus voces casi inaudibles, siendo murmullos, casi en silencio, desde lo lejos, luego cercanas, a cielo abierto, a mar abierto, todas las voces, en movimiento. 

Las Mayoras son las tías abuelas de todas nosotras, referentas fundantes y fundamentales, las transmisoras de saberes apegados a la identidad, el vínculo uterino con la genealogía que nos ha parido y nos sostiene, la piel desbordada de afecto comunitario, del reconocimiento de las mismas, del saber desprendido como garantía de continuidad de una arqueología invisible que nos sostiene, que nos ahúma y provee del calor consanguíneo instintivo y sabio, de los vínculos preexistentes, de la sabiduría que nos antecede y que ha de ser para siempre, del compromiso con lxs que están por venir, con esa necesidad imperiosa de ser muntú que nos renace desde los adentros y nos fortalece desde las afueras. 

Las mayoras nos reúnen en torno a una semiótica del espacio consanguíneo y comunitario, con una ritualización milenaria del ser colectivo, del saber legado, de la oralidad que no olvida, del estar siempre, del sabernos vivas. 

Acudir a una Conseja de Mayoras precisa del reconocimiento del legado matriarcal, del estar dispuestas a volvernos más niñas, a develar los signos y sus sentidos, de interpretar las señales más sencillas, profundizar en los códigos corporales que anteceden a la propia palabra y sus grafías, la apertura personal a lo sígnico que nos colectiviza, al encuentro de la grandeza matriarcal en el gesto más chico, en el artefacto intangible, en el artilugio que es mítico, en lo mágico del sentirnos vivas, en las revelaciones más íntimas donde todo apunta a la reconstrucción y preservación de las genealogías, a la sostenibilidad de los vínculos, la extensión de los nexos y la recuperación de la memoria, desterrando los olvidos, conjurando el silencio, desterrando lo no dicho, exorcizando la palabra no pronunciada, rescatando, recuperando, hilvanando, garabateando, reescribiendo, siendo, danzando, representando, sintiendo, sorbiendo, codificando, reescribiendo, aspirando, siendo…

La Conseja de Mayoras constituye la elevación suprema, la sacralización de lo vivido, el máximo respeto a lo colectivo, que nos devuelve al origen sin condenarnos al olvido.

Lilia Ferrer-Morillo

*Pensando una Conseja de Mayoras para la Colectiva Nigromantes

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