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Fot.: Skid Robot (2014) |
y en ella me desahuciaste
y arrinconaste,
precarizaste
y abandonaste
en los vórtices
de tu hostil arquitectura
que me lleva y trae
me envuelve y duerme
en el ruido silente de esta ciudad en ruinas.
La calle toda es mi casa
y me extravía para siempre
en este laberinto de piedras
arrinconado en su miedo pandémico
que hoy se resguarda
de la proxémica de otros cuerpos
habitados por pestes inoculadas
desterritorializadas
en mi casa.
La calle toda es mi casa
y de mis hijos e hijas
que duermen, siempre duermen
en mis brazos crísticos
que claman piedad
y nada saben de igualdad.
La calle toda es mi casa
y me exhortas
y ordenas quedarme en casa.
El cielo abierto es mi casa
y siempre cumplo,
me quedo en casa
sin sospechar cómo todos
salen de ella despavoridos
de mi casa
la que habito
sin expensas ni condominio
mi casa
sin servicios
la que me hiela de fríos
mi casa
mi propiedad invadida
por millones
hoy reducidos.
La calle toda es mi casa
poblada por otros seres, nocturnos
arrinconados,
desechados,
invisibles,
para tus ojos,
que ya no miran,
y si nos miran,
por un instante,
solo un instante,
desprevenido, nocturno
tú, nocturno
ya no miras, nocturno.
Sigo aquí, en mi casa.
Lilia Ferrer Morillo (2020)
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