Mientras el día se niega a ser noche
pienso en la descomunal tragedia
si las runas y esvástica del sol negro
hubiesen marcado la hora de la muerte
comandada por el odio iniciático
perpetuado en el tiempo
que gatilló fallido
a la morocha,
a Cristina.
No son lobos solitarios
los verdugos tatuados para matar.
Son soldados que
en nombre de la libertad de odiar-nos
exhiben su simbólica klan-incediaria
que rinde culto al mismo odio
inoculado para gatillar
a pocos centímetros de la Patria.
Son los mismos que a poca distancia
de la gloriosa Plaza de Mayo
a esta hora rinden tributo a Rusten Sheskey
quien en Kenosha disparó a matar
con total impunidad
a Jacob Blake.
Les falló que en Abya Yala originaria
los dioses Inti, Ñande Ru Guasú, Tokjuaj, Nalai
y tantos y tantos más
creadores de la palabra
y de todo cuanto existe
nos renacen
y nos hacen sol que nunca duerme
y nos rescatan de entre las cenizas.
A las runas de la muerte
les plantamos espiritualidad amorosa
espiritualidad de las calles
que se hacen místicas
e impiden para siempre
que la bala gatillada
haga blanco en la Patria.
***
Un día no muy lejano
la Humanidad
al culto racial nazista
que aún hoy sostiene una doctrina moral
racista, xenófoba, genocida, klan-incendiaria, odiante
les devolverá la mirada como el abismo
y hará cuentas.
Lilia Ferrer-Morillo
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