de las mandevillas amarillas
que susurran tu nombre…
me abandono
a la vuelta de la línea casi imperceptible
de tus ojos gitanos…
me rindo
en la transparencia que nace del abismo
de tus signos y mis sentidos…
me hielo
en los sudores de cada poema maldito
del demonio baudelairiano que agita
mis profundidades salobres …
naufrago
en el sueño sofocado
de tus caricias en mi cuello
al arribo de un cayuco
haciéndonos aguas
entre Canarias y la Isla de Gorée…
y me hago cargo
del desierto de nostalgias conjuradas
por las dunas del Sahara que extravían tu nombre...
Lilia Ferrer-Morillo
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