y hundo mi cuerpo en la tierra,
soy la duna del desierto
fosilizada en tu recuerdo.
Dos minutos de arco
y el Sahara se hace fuego,
mis brazadas se detienen
me hundo sobre tus huesos.
Cinco minutos de arco
y emerjo desde lo lejos,
soy antílope, soy liebre
soy el dátil del desierto.
Siete minutos de arco
y el Magreb se me hace lento,
cuento nudos que son arcos
que me devuelven en silencio.
A décimas de tus costas
un cayuco se desborda,
he zozobrado en tu orilla
soy los treinta y tres mil que no nombras.
Lilia Ferrer-Morillo
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