La madre, quien declara ser hija del maíz y de las estrellas, dice registrar a su hijo en el libro de los vivos y negarse a firmar con su palabra ágrafa, en cualquier libro diferente que no sea el de las genealogías libertarias.
La madre Xirahara dice que su vientre libre se niega rotundamente a aceptar que su hijo sea nombrado zambo, sea nombrado esclavo, sea nombrado pardo.
El padre, Ousmane, desde el silencio de la noche, le ha dicho que su hijo, nombrado por los viles como José Leonardo, viene en verdad de los Anagachi, Angola, Arara, Arache, Arobi - Bambi, Beñon, Barila, Binga, Bemba, Bran - Cachanga Cafo, Cambindo, Cabuta, Camoanda, Camaconda, Camojunda, Candala, Carabali, Casimba, Catangala, Cataloaqui, Catende, Congo, Cyle - Chalala, Chara - Ebia, Embuila, Fulo, Folopo, -Ganga, Guachi, Guaza, Guinea, Guunga, - Jerrero, Jiri – Luango-Mabala, Malemba, Mandele, Mandinga, Mina, Mobangombe, Mojinga, Monda, Mondongo, Mosanga, Matoangombe, Mugunchi - Nago - Popo - Quiboto, Quinene, Quisongo, Quisulo - Sape, Soso, Suchi, Sundi - Tacanga y de los Tari.
En noche conjurada de encanto de duendes gayones y jirajaras, la madre confiesa que el niño que la obligan a nombrar José Leonardo y a apellidar Chirino, es el elegido para traer a tierra firme las ideas libertarias de Haití, la Grande, Haití, la africana.
Sabe ella, Xirahara, que ahorcado su hijo por la Real Audiencia, la de Caracas, cortarán sus manos, traspasaran su garganta.
No le teme a la muerte colonizada, la mira a los ojos, la reta y le jura que ella, Xirahara, irá tras sus nietas, las hijas de su hijo, por toda la tierra donde han sido exiliadas.
Dado, firmado y registrado en Abya Yala, en el Libro de los Vivos de las naciones originarias que miran altivas el Caribe en su encuentro con la Madre Africana.
Lilia Ferrer-Morillo
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